oLviiDo

cuando se fue me sentí muy aliviada.

Golpeo la puerta y una tranquila atmosfera ne envolvió.

Iba a sentarme cuando vi su paraguas.

¡ Ay no!, va a volver para recogerlo.

Entonces me descubrí sonriendo ante la posibilidad de verlo otra vez.

Pero acaba de irse, ya no lo quiero!, ya no va a meterse en mis cosas, no va dejar la luz prendida hasta la madrugada para espantar el miedo, ni me dira que no entiende mi afán de mentir.

¡No!, estuvo bien que se fuera, YA NO LO NECESITO.

Si me duele que llore y me imagino cómo irá ahora mojándose por las calles sin pensar en su paraguas, aprovechando la lluvia para llorar a gusto. (si es que llora)

¿Donde pongo el paraguas?. En la recamara, ¡claro!, donde ha ido siempre. Pero volverá y cuando sepa que lo puse ahí pensara que quiero que las cosas sean como antes.

Mejor lo dejo aquí en la sala. Así viene, lo saludo apenas, se lo entrego y se va rápido.

¿Vendra hoy cuando deje de llorar? ¿y si no viene? . Tiene que venir, el paraguas le gusta, ademas es caro y es época de lluvias.

En estos dias tomábamos chocolate caliiente y hablábamos, yo del pasado y el del futuro, luego al revés.

Una vez pensamos en los nombres de los niños. Dios mío Hugo!, qué cosas se te ocurren que se llamen Leticia, Paola, Laura o Carlos.

¿Y si deveras no regresa?. Se enojó de verdad, siempre hace todo de verdad, pero luego me perdona también sinceramente.

Voy hacer chocolate. Ojala sepa que lo quise mucho.

Vendra mañana, vendra y voy a pedirle que se quede un rato para hablar del pasado.

Va hablar del futuro.

Voy a enojarme.

Va a quedarse callado hasta que yo sonria y nos sentemos juntos abrazados pidiéndonos perdón por ser tan DISTINTOS.

Luego el va a irse sin golpear la puerta y no olvidara nada.